jueves, 18 de agosto de 2016

CENS 451 BACHILLERATO DE ADULTOS - Producciòn de una alumna

Nombre y número de la escuela: CENS 451
Nombre y Apellido alumna: Violeta Irupé Heinze
Directora: Norma Serante
Profesora: Mariela A. Palermo

Curso: 2do 2da

El castigo ejemplar

¿Cómo estoy? ¿Estar? No, no estoy, ni estoy bien, y posiblemente jamás  lo esté. Este jamás que empieza en una mazmorra, enjaulado, apartado, tratado como si fuera animal salvaje, un desecho de algo. No lo sé. En mi cerebro es un enigma, una experiencia inexplicable, que palpita en lágrimas y sangre como gritos de dolor en esta vida que parece una estrategia sin esperanza. Cada día, en esta jaula,  me voy olvidando un poco de quien soy, me vienen recuerdos de cosas un poco desorientadas y desordenadas que poco a poco y como puedo, ordeno.

Sé que me llamo Emilio López  me dicen “El Indio”, vivo en Córdoba, en la parte humilde, donde los turistas no llegan, y allá donde van a parar los perros abandonados. Mi casa es muy pequeña, esa casa llena de bocas y donde no siempre tenemos la panza llena. Mi vieja se desloma trabajando para tener pan todos los días y  yo para ayudarla un poco aprendí el oficio de tambero por las madrugadas, aunque era muy difícil levantarse tan temprano yo solo quería ver a mi madre dichosa de mí, también aprendí a hacer queso de cabra y traía leche fresca por las mañanas.
Una de esas mañanas conocí a Susana, con su pollera color flor de manzanilla  y cabello rubio como los primeros rayos del sol, mientras que  Susana tejía un pulóver para vender en el pueblo yo para pasar tiempo con ella, le recitaba poemas de amor y algunos de filosofía de la vida, o de humor para que riera. Pero no te tortures, torturador, aunque  eres el estrangulador de las alegrías ajenas, ya no te tortures.
En este pozo fui llevado hasta mis límites, hasta no saber si estaba vivo o muerto, después de cada golpiza veo a mi amada Susana, sí, a aquella mujer que me llenaba de todo menos de odio, la veo sonreír, mientras  bailaba aquella canción, “Muchacha ojos de papel” que tiempo atrás yo mismo la había llevado  a escuchar al primer recital,  bailaba sin descanso, como si tuviera alas en sus pequeños pies, y su corazón abierto hacia el mundo. La recuerdo. Hasta que empiezan las golpizas y los insultos hacia una escoria que estorba en el piso.
Ya no lo soporto más ¿cuándo terminará esta agonía? Me sujetaron en una vida que no me pertenece, como una víctima. Este olor nauseabundo de mi cuerpo, este olor impregnado de todo menos de mí, no me pertenece. Pensar que mi vieja se molestaba tanto cuando llegaba todo sudado por jugar con los pibes del barrio a la pelota. ¿Ahora que diría? Madre mía...este cuerpo ya ha perdido su alma, su deseo de seguir vivo. Tengo abierta la cabeza, agusanada y ennegrecida, de toda la mugre que se acumula en el piso, cuando intento limpiarme un poco, o cuando van a empezar los primeros golpes de la tortura me acuerdo de tu refrán que tanto repetías: “Todo lo que el hombre puede poseer termina destruyéndolo”. Siempre  pase por alto lo que decías, ahora se que, no hay un depredador tan voraz como el ser humano.
Me gustaría  ser  un soñador con sueños que sí sean reales, ¿cuál es el sabor de la felicidad? Mi gusto gustativo es de sangre, de nada más, aunque anhelo poder sentir tus labios, Susana, bésame con tu boca cálida,  lléname de esperanza.
Torturador, no me consueles por mis pecados no hechos. Sacás un cigarrillo y me convidás uno y empezás  tu explicación sin escrúpulos – “Usted sabe, estimado Emilio que de todo que hay en la Tierra, lo más peligroso es el mismo hombre, por eso, secuestrar no es lo que hacemos, yo le llamo cosecha, ustedes son basura que limpiamos de la cuidad. Tu ciudad nauseabunda, y vos no entendés que nos pudrís cuando  intentas  cuidar de los tuyos”.
Estoy consciente señor torturador, que no estoy acá por casualidad, que soy el diablo de tu lista y que debo ser borrado, que no valgo ni la tinta, que maldecirás a todo nacido y golpearás al inocente que con palabras cortantes te suplicará justicia, justicia que solo hallará en la muerte, en tu juego maniático, en tu dictadura de las impurezas. No sabes cuánto tiempo llevo queriendo estar bien,  queriendo oler girasoles, correr  a campo abierto hasta llegar a un frondoso árbol y descansar, mientras escucho correr el agua en la cascada, ver a mi madre en la pradera juntando legumbres, a mis hermanos, jugar  al “corre y no te alcanzo”, rozar las mejillas de Susana, sentir su cuerpo con el mío, acostarme a mirar las estrellas, planear una vida feliz otra vez.
Aquella noche no pude dormir, ya muy tarde pude al fin cerrar los ojos, tener otro sueño en que veía a mi familia  junto a mí, viendo un hermoso atardecer. Ya no puedo seguir en este juego del torturador y el torturado, estoy cansado de buscar ayuda en mis adentros, darme esperanza que ya no existe, darme miles de oportunidades de seguir viviendo cuando todo es repetitivo, estoy tabicado, tabicado en cuerpo y alma, me interrogan horas y son olas de golpes cada vez que no respondo.
Torturador: me olvidé como hablar, me sumergís en agua y al sacarme olvido como respirar, no sé si estoy muerto en vida, o vivo en la muerte.  Soy una marioneta muda en tus manos, un libro sin escritura, y eso te enoja. Torturadores indecentes, sangre de inocentes tienen en sus manos, llegan a sus casas, abrazan a sus hijos, besan a sus esposas, se disponen a descansar de un día agotador ¿es molesto no? ir matando uno por uno si no da pistas, si, debe ser agotador. Ni probaste bocado de tu comida porque todavía tenés nauseas de toda esta basura. Pero no te tortures, torturador…dormí, ¿o temés tener pesadillas? De cómo arrebataste aquel niño de los pechos de su madre, de cómo vaciaste los muslos o de los dientes que arrancaste a tantas sonrisas.
Mamá: sé que algún día dejaré este mundo, con sueños quebrados y caminos sin recorrer, que me arrancarán para siempre de tus manos; pero levantáte, abrí mi tierra, labrá mis surcos, marchá mi frente… será posible alcanzar el alba juntos. Una fresca democracia hallará los nombres ahogados en este infierno “-¡Emilio!” dirán los hombres -“¡Justicia por nuestros desaparecidos!”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario